El puerto de Cartagena (I)

Y seguimos hablando de puertos… Uno que me llamó la atención, como murciano que soy, fue, y es, el de la ciudad de Cartagena.

    A Cartagena habré ido en multitud de ocasiones por trabajo, hace años, en el 2007 y 2008, durante mi estancia profesional en Murcia, y siempre al mismo sitio, a las oficinas administrativas y técnicas de su ayuntamiento para solicitar permisos, comunicar desvíos provisionales de obra y cosas así, y también a las oficinas de un ingeniero de caminos que era mi director de obra de un depósito de agua potable y elementos de impulsión en Alhama, para tratar temas técnicos, administrativos y económicos.

    Nunca he tenido la oportunidad de visitarla tranquilamente, salvo en dos fugaces ocasiones: una, cuando tenía unos doce años de edad, creo que iría a 6º o 7º de E.G.B, allá por los años 83-84 del siglo pasado, en una excursión del cole para visitar el arsenal militar, el submarino de Isaac Peral, comernos nuestros bocadillos y Fantas mientras jugábamos en un parque al que nos llevaron nuestros queridos profesores del colegio público San Fernando de Lorca, y para asistir por la tarde, durante unos minuticos —no muchos que nos aburríamos— a la celebración de la Asamblea Regional, y donde nos ofrecieron además una merienda a base de cruasanes de chocolate y Coca-colas al acabar nuestra visita. Entonces éramos niños y lo disfrutábamos todo intensamente.

    Guardo un bonito, aunque vago, recuerdo de aquel día.

    La segunda vez que tuve la oportunidad de llegar a esta ciudad en <<plan relajado>> fue cuando quedamos para comer un viernes, también durante mi estancia laboral en Murcia, compañeros de trabajo y yo, con jefes incluidos, a uno de los restaurantes ubicado en el puerto, con motivo de la comida-homenaje de despedida de una compañera de la empresa. Pero fuimos, vimos, comimos y los demás se quedaron a la sobremesa mientras yo regresaba a Elche, ya que me quedaba un buen trecho de carretera. Así que, esta vez, de Cartagena, Cartagena no vi <<>>.

    Y ya está. Pero siempre me ha quedado el gusanillo de volver y pasar un día tranquilo visitando, sobre todo y como buen turista,, su puerto, teatro y fortaleza.
    Así que, como excusa, me puse de momento a buscar información, y estos son unos breves retazos de lo que encontré (sólo del puerto de Cartagena y de ésta como ciudad portuaria, pues, como ya sabéis, este blog va de cosas e historias sobre Puertos y Anclas). Comienzo:

    El Puerto de Cartagena está situado en un enclave que en la antigüedad fue una bahía natural, con un canal de entrada abierto hacia el Sur y flanqueado por montañas. Al fondo de la bahía, en su parte Norte, una península daba cabida a la ciudad, y varias montañas abrigaban una gran lámina de agua. Esta situación privilegiada dio lugar a que hace más de 3.000 años, los primeros pobladores se establecieran en la ciudad y utilizaran la bahía como puerto natural para la pesca y el comercio marítimo. Unas de los principales y más poderosos pueblos de la antigüedad, los cartagineses, se establecieron en ella, considerándola como la capital de su estado, Cartago —ubicada por aquel entonces en el actual Túnez—, en Hispania. La llamaban Qart Hadasht, y a una de sus colinas principales la bautizaron como Arx Hasdrubalis. Más tarde, el general romano Publio Cornelio Escipión la conquistó en el año 209 a.d.C., fundando la que conocemos como Carthago Nova (de ahí, imagino, el origen de las fiestas de Carthagineses y Romanos, claro). Pronto se erigió como capital de una de las provincias de la Hispania romana, gracias a su situación geográfica y a su puerto, que facilitaba el comercio entre las colonias romanas y la capital del imperio. (Como curiosidad: en el libro Africanus. El hijo del cónsul, de Santiago Posteguillo, Ediciones B, el autor narra de manera ágil y magistral cómo las legiones de Escipión arrebatan este estratégico enclave de Qart Hadasht al general cartaginés Magón. Págs. 620-652).

    La segunda época de esplendor de la ciudad tiene su origen en el siglo XVI (que viene a ser el de los años de mil quinientos y…, el de los grandes descubrimientos y la expansión de España como imperio), durante el reinado de los Reyes Católicos y los monarcas de la Casa de Austria, Carlos I de España y V de Alemania (el del cuadro de Tiziano) y su hijo Felipe II (el de la Armada Invencible). Por aquellos convulsos años de guerras y conquistas España es el bastión europeo contra la penetración islámica en el continente, y Cartagena se convierte en la principal base militar del reino. En el siglo XVII (los años mil seiscientos y…, los del declive español en el dominio de medio mundo, pero, por otra parte, como los años del Siglo de Oro en el arte y las letras) Cartagena es nombrada base de las Galeras Reales, realizándose obras para adecuar el puerto como lugar de invernaje (tiempo que pasaban las embarcaciones mientras no se utilizaban) de la flota española, y dotándolo de fortificaciones como la Batería y la Torre de Navidad.

    Con la llegada al trono de los Borbones (Felipe V, Fernando VI, Carlos III…), en el siglo XVIII, Cartagena es nombrada Capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo, construyéndose sucesivamente el Arsenal, Parque de Artillería, castillos de Galeras, Atalaya y los Moros, cuartel de Antiguones, escuela de Guardias Marinas, Hospital Real, fuertes de Tricabotijas, Santa Ana y Podaderas, y como culminación, la muralla auspiciada por el rey Carlos III, que rodeaba la totalidad de la urbe.

    La importancia militar de la ciudad y del puerto desde la Edad Media le ha llevado a ser Base de la Armada Española, y en este lugar se fundó el Centro de Buceo de la Armada, donde se han formado los mejores profesionales que en este campo han velado por la seguridad del país.

Hasta aquí un primer avance. Dejaremos para otro post la continuación de la historia.

Como siempre, espero que haya resultado de interés.


Vista de la bahía y puerto de Cartagena

Fuente-enlace de interés:Autoridad portuaria de Cartagena

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