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Fragmento de "Reina Roja" de Juan Gómez Jurado.

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  Leyendo este entretenido thriller   (Editorial Penguin Random House. Vigesimosexta reimpresión: marzo 2020)  de uno de los más laureados escritores españoles del género, encuentro lo siguiente : « Los árabes que fundaron la ciudad en el siglo IX la llamaron Magerit , que significa «lugar abundante de agua». Había decenas de arroyos, riachuelos y pantanos. Y por debajo de ellos, un acuífero formado hace diez millones de años, con más de 2.600 kilómetros cuadrados de extensión, y 3.000 metros de profundidad en algunos puntos. Sobre agua edificada. (pág. 494) [...]Los elementos de los que disponía Antonia para encontrar el lugar eran muy escasos. El informe de su muerte mencionaba «el final de un viaje de agua en desuso a trescientos metros del nudo colector número 78».     Allí estaba.     Un qanat . Un viaje de agua, construido hace once siglos por los árabes. Metro noventa de alto, setenta centímetros de ancho, una canalización inferi...

Vivimos rodeados de ellas...

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Qué tendrán las obras públicas  que cuando viajamos a algún lugar, pueblo o ciudad, siempre queremos captar y llevar con nosotros algunas fotos de recuerdo de esa histórica obra de ingeniería civil  que otros llevaron a cabo en su día con encomiable e inusitado esfuerzo: un puente de piedra, o un acueducto casi intacto cuyos restos se encuentran en mitad de la calle con sus ingeniosos arcos a base de piezas de piedra labrada; un embalse con su presa de vertiginosa altura; aquel curioso aljibe medieval; el romántico rompeolas del puerto, su bocana y la dársena con el frondoso bosque de mástiles de velas arriadas; el faro, vestigio de luz…     ¿Qué nos llama tan poderosamente la atención de todas esas obras? ¿Por qué nos atraen con ese halo misterioso, aun siendo nosotros en muchos casos profanos en el arte de construcción? ¿Por qué sentimos como nuestra a esa única y maravillosa seña de identidad de nuestro pueblo o ciudad? ¿Por qué siempre posam...