La Ciudad de Los Puentes
Hace unos días, el pasado
jueves día 5, y por motivos personales que no vienen al caso, marché hasta la
ciudad de Alcoy en un autobús que salía del colegio salesiano de San Rafael de
Elche junto a un grupo de madres y padres de alumnos. Partimos a las 6:30 h de
la tarde y llegamos rozando casi las ocho a la ciudad donde celebran cada año,
en el mes de abril, el famoso Sant Jordiet.
Nunca había tenido la oportunidad de estar
en esta ciudad alicantina a pesar de los años que llevo viviendo en Elche, y a
pesar de ser la tierra natal de mi bisabuelo, por parte de mi madre. Yo, aun
siendo un murciano de Lorca, puedo decir que por mis venas corre cierta esencia
alcoyana: de ahí mi nombre —Jorge— y mi segundo apellido —Olcina—. Quizá por
ello sentí <<cierta cosa>> cuando el autobús se adentraba en la
población del Barchell y el Molinar —los ríos de la localidad—. O puede que,
quizá, sintiera esa cierta cosa al ir atravesando y poder ver, desde mi
ventanilla, los impresionantes puentes que salvaban los barrancos y gargantas
montañosas y vertiginosas por las que discurrían dichos ríos. Me quedé absorto
presenciando todas y cada una de aquellas obras de ingeniería que se lanzaban,
a gran altura, sobre las <<uves>> y laderas pétreas.
Puede que mi formación ingenieril, en procedimientos,
materiales y maneras de construcción, hiciera el resto para terminar de
absorberme emocionalmente, de tal forma que dejase de mirar a mi compañero de
viaje y siguiera, un tanto distraído, su conversación contemplando tanta
maravilla a través del cristal del autobús.
La luces de aquella hora de la tarde —cielo
nuboso amenazante de lluvia pero que dejaba filtrar los últimos rayos dorados
de sol— conferían a los puentes construidos en mampostería y sillería un aire de
magnificencia, a pesar de los años transcurridos desde su construcción, y que
me hacía imaginar a las gentes y vecinos del lugar, de los pasados siglos XIX y
XX, caminando y circulando por ellos; personas con sus historias vitales,
corrientes, hermosas, de esfuerzo, de añoranza, que pudieron disfrutar de aquellos
puentes como lo hacía yo en ese momento del presente. De la misma manera, los
otros puentes más recientes, puentes metálicos, atirantados, los más
<<llamativos>> desde el punto de vista técnico actual, quizá porque
su procedimiento de construcción fuera lo más parecido a como lo ejecutaríamos
hoy en día, se mostraban importantes y dignos protagonistas del lugar bajo las
mismas tonalidades doradas y anaranjadas de los rayos durmientes del astro rey
que atravesaban aquel cielo plomizo.
Al
día siguiente de aquella reunión en Alcoy de padres y madres de alumnos, espero
que muy productiva en un futuro, busqué e indagué sobre estas obras. Así
descubrí que tenían nombres históricos, entre otros, como: Cervantes, San
Roque, Canalejas…, San Jorge, cómo no. Y también descubrí que Alcoy fue llamada
<<La Ciudad de los Puentes>> debido a las obras de ampliación de los
tableros de los de piedra, de sustitución de tramos metálicos del viaducto de
Canalejas, y de nueva construcción del atirantado <<Fernando Reig>>
con motivo de las obras del desdoblamiento de la N-340 y mejoras en la C-3313
entre los años 1983 y 1987.
Nuestra visita a la ciudad fue rápida.
Estuvimos como una hora, más o menos, en la plaza donde estaba ubicado, no sé
si de forma perenne o no, el famoso castillo de los moros y cristianos de
Alcoi; y, con las mismas, habiendo cumplido nuestro cometido, nos volvimos a la
ciudad del Vinalopó.
Me dije, para mis adentros, que me gustaría
volver en alguna otra ocasión para contemplar con detenimiento, y poder
fotografiar con gusto, estas construcciones que le dieron a la urbe el ya
indicado apelativo de La Ciudad de Los Puentes.
Queda pendiente.
Enlaces de interés:
Puentes de Alcoy
Alcoy: La Ciudad de los Puentes
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