Vivimos rodeados de ellas...


Qué tendrán las obras públicas que cuando viajamos a algún lugar, pueblo o ciudad, siempre queremos captar y llevar con nosotros algunas fotos de recuerdo de esa histórica obra de ingeniería civil que otros llevaron a cabo en su día con encomiable e inusitado esfuerzo: un puente de piedra, o un acueducto casi intacto cuyos restos se encuentran en mitad de la calle con sus ingeniosos arcos a base de piezas de piedra labrada; un embalse con su presa de vertiginosa altura; aquel curioso aljibe medieval; el romántico rompeolas del puerto, su bocana y la dársena con el frondoso bosque de mástiles de velas arriadas; el faro, vestigio de luz…






    ¿Qué nos llama tan poderosamente la atención de todas esas obras? ¿Por qué nos atraen con ese halo misterioso, aun siendo nosotros en muchos casos profanos en el arte de construcción? ¿Por qué sentimos como nuestra a esa única y maravillosa seña de identidad de nuestro pueblo o ciudad? ¿Por qué siempre posamos sonrientes para la foto, con la obra a nuestra espalda o junto a ella, con cierta admiración hacia su estructura?







    ¿Cómo empezó todo? ¿Qué pueblo, civilización o sociedad puso los cimientos para el desarrollo de esas obras «antiguas, medias, modernas, y contemporáneas» que nos rodean y con las que convivimos a diario?




¿Por qué en el proyecto y ejecución de esas construcciones se intenta buscar, en la mayoría de ocasiones como así debiera ser siempre, la estética y belleza, yendo más allá de lo convencional y de lo estrictamente necesario para su funcionalidad?







    Desde que el hombre comenzó la aventura de construir infraestructuras terrestres para el bien común, a aquella persona que aglutinaba la experiencia y el saber necesario para dirigir equipos y llevar a cabo esas construcciones de interés público (caminos, canales, puertos, obras hidráulicas…) se le nombró de diferentes formas: maestro constructor, maestro de obras, maestro mayor, alarife, arquitecto... A mediados del Renacimiento fue apareciendo la denominación de Ingeniero para el experto en construcción de fortificaciones y maquinaria bélica, que acompañaba a los ejércitos, facilitando los ataques a las ciudades o la defensa de las mismas, y que luego se pasó a llamar ingeniero militar (De hecho, para muchos, el término ingeniero no procedería del latino ingenium, sino del inglés engine, que significa máquina, y engineer, dicen que originariamente, sería el que mueve, el que fabrica máquinas, el maquinista, el mecánico).




    Han sido objeto de cita en obras literarias o han servido como escenarios en multitud de películas (estaciones de tren con sus grandes relojes marcando el paso del tiempo, puentes, puertos, aeropuertos...)







    Nos hemos hecho tanto a su presencia que vivimos rodeados de todas ellas sin darnos cuenta. Y las utilizamos para todo: aceras, avenidas, puentes, carreteras, pasarelas y espigones por los que pasear...






    Qué tendrán esas obras de ingeniería civil que no podemos vivir sin ellas...

Hasta otra...

Comentarios

  1. Interesante articulo, estoy empezando en esta web https://fpciclosformativos.com/c-ciclo-formativo-acabados-de-construcci%C3%B3n el curso de acabados de construcción con el cual creo que también tendré los conocimientos en obra civil.

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