¿Qué podemos hacer con la tierra? Otro elemento imprescindible

Hola, soy la tierra; pero no la grande, no la que empieza por la letra T mayúscula, la bella y casi perfectamente esférica donde vivimos; sino la otra, la humilde, la que pisas, la que tienes a tus pies y en la lejanía de las montañas. Soy tierra mullida, blanda, pero también puedo ser tierra firme o roca, dura, fuerte, segura.

    Que sepas que tus antepasados comenzaron a hacer montoncitos conmigo para sus primeras construcciones, luego, muy al principio, empezaron a manosearme con las manos y, mucho más tarde, a mezclarme y a tratarme con otras cosas (agua, fuego, aire, cemento...)  para moldearme a su gusto.

    Sin mí no podrían haber conseguido los adobes y ladrillos para construir sus viviendas donde guarecerse de la intemperie; ni la piedra para sus primeros cercados y primitivos puentes; la cal para unir y sellar sería una quimera si mi subespecie la caliza no se hubiera unido con el fuego; y el cemento estaría en el limbo de los descubrimientos si la arcilla no existiera. Por cierto, para construir el actual hormigón, además de cemento y agua, es necesario, ¿adivináis qué? ¡gravas! Y vuestras modernísimas carreteras ¿qué creéis que tienen debajo, debidamente analizadas, extendidas y compactadas? Pues capas y capas de tierra. 

    Dentro del genérico tierra hay una gran variedad de especies que servirán o serán idóneas para una cosa u otra, o, por otra parte, habrá que evitarlas a toda costa, según el caso. Para el neófito, como digo, seré sólo tierra, pero para el interesado en emplearme o evitarme podré tener nombres tan variados como: arena, arcilla, limo, caliza, pizarra, esquisto...; y nomenclaturas, conforme a mi composición y tamaño de granos tales como: zahorras, otra vez arenas, suelos adecuados, tolerables, seleccionados, suelo vegetal...

    Así que la próxima vez que me pises piensa que, aparte de servirte como humilde camino,

conmigo puede, tu especie, esa que se cree tan inteligente, hacer millones de cosas. Y si no te apetece construir conmigo una obra de ingeniería, siempre podrías emplearme, si le echas imaginación, en crear una bonita escultura de barro que sea la admiración de tus semejantes.

Hasta otra.