El Túnel y las Estaciones de Elche

Hace unos días leí una noticia en el periódico acerca del cuarenta aniversario de la inauguración del túnel ferroviario de la ciudad de Elche. Quién me iba a decir a mí que acabaría escribiendo algo sobre ese tramo de vía que siempre me llamaba la atención cuando siendo un niño primero, luego un adolescente, y por último un señor universitario, atravesaba montado en un tren regional o Talgo, según el caso, hacia Valencia, o la más cercana ciudad de Alicante, desde mi Lorca natal; o hacia Lorca, desde Valencia o la millor terreta del món según, de nuevo, el caso.
    
    Viajaba, como digo, de niño o adolescente en compañía de mi madre para visitar a mis hermanas que se fueron a vivir por esas tierras, una de ellas a la ciudad del Turia y la otra a la de la Explanada. Ciudades entonces para mí interesantes y curiosas, donde descubrí que se hablaba fino, con eses, como decimos por tierras murcianas. Luego, de mayor, transitaba en esos trenes y por esos túneles yo solito cuando iba o volvía de vacaciones hacia la ciudad universitaria de mis estudios de carrera para pasar mañanas o tardes enteras en el Poli (como le llamábamos a la Politécnica de Valencia) entre libros de matemáticas, mecánica, hidráulica o materiales y sistemas de construcción.

    Recuerdo esa sensación de vacío y esos oídos taponados al entrar de repente en el túnel. No sé el porqué, pero entonces se hacía un breve y tenue silencio entre los pasajeros que hasta ese momento hablaban en plan dicharachero y a gritos, como sólo sabemos hacer nosotros los españoles, con sus historias de reuniones familiares, juergas, enfermedades de fin de semana, rupturas de novios, permisos de soldados de la mili...

    En este tramo soterrado se paraba en dos estaciones, y se sigue parando, claro, que son la estación de Elche Parque y la de Carrús, separadas por un segmento de carriles y traviesas a cielo abierto que transita bajo el puente, llamado por los vecinos de la ilustre y augusta villa, del Ferrocarril y que salva el río de la ciudad, el Vinalopó.


Puente metálico para paso de trenes bajo el Puente del Ferrocarril, en Elche

Vieja locomotora expuesta actualmente en la Avenida del Ferrocarril, en Elche

Fuentes de agua en el nuevo y actual Paseo de la Estación
Detalle de fuente del Paseo con pequeeeeeño arco-iris

   Ahora que vivo en Elche he podido percibir la importancia e influencia que ha tenido el ferrocarril en la ciudad y, más concretamente, el soterramiento de las vías que atravesaban y partían a la ciudad en dos, tanto de forma física como social, a su paso por la misma. No en vano, en Elche existe la que se conoce como la avenida del Ferrocarril, por donde pasa el citado anteriormente puente del Ferrocarril, y cómo no, el célebre lugar de encuentro y paseo de los ilicitanos y visitantes, del comienzo de la famosa Procesión de las Palmas del Domingo de Ramos, de mercadillos y de actos deportivos, culturales y folclóricos: el conocido como Paseo de la Estación, que conducía antiguamente, antes del soterramiento, al lugar de andenes y espera de los viajeros y acompañantes.

    La noticia que me ha inspirado a escribir esta entrada (o post), contando brevemente mi experiencia personal, es la siguiente (obtenida del periódico Información):


    Así que nada más. Este es mi pequeño recordatorio a una más de las obras que han aportado su grano de arena y han marcado la historia de la ingeniería civil en nuestro país. Esas cositas que sin darnos cuenta nos permiten viajar, cruzar ríos, ir de un lado a otro y de aquí para allá...

    Un abrazo a tod@s, y hasta otra.

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