Un francés, un escocés y un español en el puente de Triana (Sevilla)
Lo último que podría imaginar Francisco Pizarro, aquel extremeño conquistador del Perú, es que, casi trescientos años después de su muerte, su bizarra espada saliera volando por encima de las cabezas de soldados franceses, ingleses y españoles que luchaban por hacerse con el control del puente de barcas de Triana en Sevilla. Estoy hablando del año 1.812, en un tórrido día de finales del mes de agosto, en plena guerra de la Independencia, o "Guerra de España" para los franceses. Por aquel entonces el citado puente de Triana se convirtió, como pasara con el puente de Sampaio de Galicia, en uno de los escenarios de la contienda entre tropas aliadas que luchaban por liberar España y las imperiales de Napoleón Bonaparte.
Lo de la espada de Pizarro viene a cuento porque he leído por ahí, se dice, que hubo un escocés, un tal John Downie que, formando un ejército privado que llamó la Leal Legión Extremeña al servicio del duque de Wellington, se fue a guerrear por Andalucía para ayudar al ejército aliado (españoles, británicos y portugueses), dirigido este último por el general español Juan de la Cruz Mourgeon, a liberar la plaza de Sevilla del yugo y expolio de un mariscal francés por nombre Jean de Dieu Soult. El puente de Triana se convirtió en el campo de batalla que había que dominar y conquistar para acceder a la población bética, en el caso de los españoles, o impedir el tránsito por él para mantener la villa bajo el dominio de los franceses.
En un momento de la batalla, viendo la descomposición del ejército francés, el susodicho escocés espoleó su caballo y, con la espada del conquistador en ristre, arremetió contra los casacas azules. Sin embargo, no midió bien la idoneidad del momento y los soldados franceses lograron abatirle y herirle. Sacando fuerzas de flaqueza, Downie lanzó la espada por los aires a su ejército para evitar que el enemigo se apoderase de ella. Mencionar que, por si alguien se pregunta cómo llegó el arma del extremeño a manos del escocés, la espada fue un regalo de los marqueses de la Conquista, Jacinto de Orellana y Pizarro y Bárbara de la Plata, a John Downie para defender con ella la causa española.
En un momento de la batalla, viendo la descomposición del ejército francés, el susodicho escocés espoleó su caballo y, con la espada del conquistador en ristre, arremetió contra los casacas azules. Sin embargo, no midió bien la idoneidad del momento y los soldados franceses lograron abatirle y herirle. Sacando fuerzas de flaqueza, Downie lanzó la espada por los aires a su ejército para evitar que el enemigo se apoderase de ella. Mencionar que, por si alguien se pregunta cómo llegó el arma del extremeño a manos del escocés, la espada fue un regalo de los marqueses de la Conquista, Jacinto de Orellana y Pizarro y Bárbara de la Plata, a John Downie para defender con ella la causa española.
Para terminar, la fisonomía del actual puente de Triana, el que podemos visitar si vamos a Sevilla, no es la que mostraba en el escenario de la batalla que menciono más arriba. El de la contienda era un puente de madera que fue sustituido por el metálico que podemos ver hoy en día en la capital de la comunidad andaluza. Éste se terminó de construir en 1852, después de siete años de trabajos. Es conocido también como puente de Isabel II y está compuesto por tres vanos y dos pilastras centrales. Es considerado uno de los puentes de hierro más antiguos de Europa. Cruza el Guadalquivir conectando la ciudad con el barrio que lleva su nombre.
Como casi siempre, os dejo unos cuantos enlaces para ampliar información, si gustáis:
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