Un mensaje cifrado junto a La Lonja de la Seda: el libro del "Va y Ve"


Ciudad de Valencia, mes de noviembre de 2017


Regresé una vez más y paseé por el lugar mientras esperaba a la persona con la que había quedado en vernos allí. Estuve caminando por sus calles, disfrutando de sus rincones pintorescos, con encanto, y llenos de historia y de historias. Y, después de volver a contemplar la fachada principal de una de las obras maestras del gótico civil en España, llegué hasta una de las más representativas y emblemáticas plazas del centro histórico de la ciudad: hablamos, respectivamente, del famoso edificio de la Lonja de la Seda, y de la plaza aledaña a sus espaldas, «la de atrás», la denominada «del Doctor Collado».

    Y digo regresé porque el destino quiso que volviese a visitar dicha plaza y las calles de su entorno (Los Derechos, Estameñería Vieja, Ercilla, Cenia, Tundidores, Purísima, Escalones, Coloms...) que ya recorrí durante mucho tiempo, hacía ya casi veinte años, allá por 1998, cuando conseguí mi primer trabajo de ayudante de jefe de obra a la vez que terminaba mis estudios de Ingeniería de Obras Públicas en la Politécnica de Valencia.

    Trabajar en estas calles me sirvió, por una parte, para adquirir mi primera experiencia profesional en una empresa y, por otra, para llevar a cabo mi proyecto final de carrera (entonces denominado «proyecto tipo III»). Lo titulé Colaboración con empresa constructora en la ejecución de las obras de urbanización de diversas calles del entorno de la Lonja y Barrio del Mercado en Valencia, ya que, en realidad, se trataba de dos obras con diferente tratamiento.

    Lo explicaré por encima: en una de ellas —proyecto «Lonja»— se emplearon materiales de piedra natural de caliza blanca (tipo “Ulldecona”) para las zonas peatonales y aceras, y adoquines de granito gris para el tráfico rodado; y la otra —proyecto «Mercat»— fue tratada con piedra caliza gris (tipo «Borriol») para aceras, y hormigón impreso, o aglomerado asfáltico (esto último en calle Los Derechos), para zona de vehículos.

    Aunque no fue una obra para nada fácil, en la actualidad rememoro aquellos tiempos con cariño (pues pienso que el tiempo acaba por endulzarlo todo). También era más joven, no en vano me encontraba en la década de la veintena, pero recuerdo aquella experiencia como muy dura y exigente, tanto a nivel profesional como personal. Imaginad la mezcla (el «on the one hand, and on the other hand» inglés): por un lado, obras de reurbanización en un centro histórico de calles estrechas, concurridas tanto en verano como en fiestas de Navidad, Fallas… (en realidad, con visitantes todo el año, pues era, y es, zona turística), asociaciones vecinales…, envuelta, además, en ciertos intereses políticos por terminar unos u otros tramos y calles, con las consiguientes afecciones en el desarrollo establecido de los planes de obra, etc... y, por otro lado, un joven ingeniero (yo) que se estaba terminando de cocer en el horno de la Politécnica sobre la llanda de sus dos últimas asignaturas... (es decir, que me quedaban únicamente dos escalones y el proyecto para acabar la carrera, pues me había puesto a trabajar antes de finalizar mis estudios); vamos, que andaba «más verde que una lechuga».

    Pasé casi dieciocho meses de ansiedad y agonía, compaginando maratonianas jornadas laborales con el estudio de Hormigón y Geotecnia, y recogiendo datos para el citado proyecto final.

    Ahora paseo por allí, cuando tengo ocasión, y soy consciente de que participé de forma muy activa y provechosa en la remodelación de una de las zonas más emblemáticas y encantadoras de la ciudad de Valencia: El entorno de La Lonja, el Barrio del Carmen y el Barri del Mercat.

    Y tengo que reconocer también que, aunque me llevé algún que otro «tirón de orejas» (llámese también alguna que otra bronca «constructiva» de mis superiores), en general fui bien acogido y arropado por todos y cada uno de los agentes de la obra: desde mi maestro en aquellas lides, el gran jefe de obra D. Eutiquiano; los implacables jefes de la empresa para la que trabajaba (ambos de nombre José Luís); el bueno de Ximo (veterano encargado general de los trabajos); los directores de obra, Salvador y Tomás; los técnicos, uno municipal y otros dos de asistencia técnica (los dos Miguel Ángeles y Elena); los subcontratistas de la empresa de mano de obra (Agustín y Manolo), y proveedores diversos, así como los pacientes vecinos y comerciantes (los de la decana ferretería de la esquina, el de la famosa horchatería, los dueños de bares, pubs, quiosco, todos de la plaza. Algunos aún se acordaban de mí al verme en esta ocasión más reciente, no sé si para bien o para mal. Espero que para lo primero...).

    Añadir que el trabajar en esta obra me permitió conocer a uno de los más grandes y carismáticos arquitectos valencianos, D. Román Jiménez Iranzo, que fue el autor, junto a su eficiente colaborador D. Pedro Soler, del proyecto de las calles alrededor de la Lonja, al que pertenecía la citada plaza del Collado.

    Como curiosidad, para aclarar el título, de la lectura de la memoria de dicho proyecto pude obtener las siguientes líneas, que transcribí en mi trabajo final de carrera. Son estas:

    «La plaza, rodeada por carriles para tráfico, antes mencionados, y paralelos a las fachadas de las edificaciones formando un trapecio, se encuentra presidida por un cuadrado central de 10,8 metros de lado donde se puede apreciar un dibujo, formado por piezas triangulares de 20x20 centímetros de granito rosa y gris flameado, que representa a palomas, coloms con sus alas desplegadas en vuelo girando alrededor de otra cuadrícula central compuesta por piezas mayores de rosa porriño de 40x40x8 centímetros. Estos coloms simbolizan los tratos, compras y ventas de los comerciantes y mercaderes que realizaban idas y venidas a la Lonja y que quedaban reflejadas en el llamado Libro del VA y VE».

    Esto es básicamente lo que quería dar a conocer con el título de este post (el detalle de las palomas aladas en el centro de la plaza y su significado, de ahí el mensaje cifrado que, por cierto y hasta el momento, no he encontrado en ninguna información ni referencia en La red (es decir, Internet) respecto a la plaza del Collado, y que creo que puede gustar saber a los valencianos y a los amantes de la arquitectura, ingeniería, y de los mensajes "ocultos" en general.

    Disculpad mi torpeza o falta de previsión, y es que en esa mañana de principios de noviembre, en la que deambulaba de aquí para allá recordando aquellos tiempos, no llevaba encima mi cámara réflex para obtener algunas instantáneas aceptables, pero al menos con la más que mejorable lente fotográfica de mi teléfono móvil intenté tomar este detalle dels coloms, creadas con las piezas triangulares de granito gris y rosa porriño, y colocadas de tal manera que forman figuras simbolizando las citadas palomas al vuelo:



Con piezas básicas triangulares (de colores rosa y gris) se crearon formas en uno y otro sentido


  Podría escribir mucho más sobre mi experiencia en aquella obra pero, atendiendo al espíritu de este blog, que nació con la pretensión de no hacer muy extensos los posts, me despido por ahora.


    Y, como casi siempre, dejo algunos enlaces de información:


    Hasta otra. 


Comentarios

  1. Saludos compañeros, les cuento que quiero empezar en esta web https://cursosinem2021.com/c-fp-realizacion-y-planes-de-obra-nocturno-2021 la realización y planes de obra ya que me han dicho que estos estudios son muy recomendado, alguno lo conoce?

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